Vida de familia
Las protagonistas son dos hermanas gemelas marcadas por los misterios, los secretos y la tragedia
Naturaleza infiel de Cristina Grande (Lanaja, Huesca, 1962) ha sido para mí una verdadera revelación y su lectura un inquietante placer. La dramática reconstrucción de un mundo familiar está narrada con perturbadora serenidad, delicadeza intimista y una prosa igualmente serena que parece surgir de una necesidad al margen de cualquier ambición literaria. Novela que es un revulsivo al canibalismo que domina en nuestra más reciente narrativa. Para subrayar el tono personal, memorialista, el libro está escrito en primera persona, confesiones a un lector desconocido al que nada se le pide: ni piedad ni un juicio moral. Con claros datos autobiográficos, tampoco ha de leerse como una autobiografía: es simplemente una constatación de la sordidez, la ternura y la desolación de una familia marcada por la premonición, el misterio y el secreto y por una sensibilidad que puede llevar a la enajenación.
Las referencias a la época son mínimas y permiten situarnos en la época en la que viven los personajes (la posibilidad de adquirir un lavavajillas o una televisión, el Ford Taunus del padre o el no menos viejo R-5 de Teresa, la llegada del hombre a la Luna, la represión, la muerte de Franco o el aumento de los suicidios en los primeros años de la década de los setenta), pero apenas si inciden en el turbulento mundo interior de las protagonistas, las hermanas gemelas Renata y María. La familia es de Épila, en la provincia de Zaragoza , donde la abuela, "una mujer obesa, de mal genio y gran corazón", tenía la Confitería Eulalia, que heredará el padre. La abuela materna murió en 1973, cuando las niñas tenían nueve años, y Renata piensa que nunca quiso al abuelo. El padre, huérfano de madre a los veinte años y que nunca conoció a su padre, "no había sabido salir de las apreturas económicas y el fracaso de sus negocios inmobiliarios". Tenía una pierna más larga que la otra y sus pisadas, "siendo una más débil que la otra, se asemejaban al sonido de sístole y diástole. Era como si caminara con el corazón". Persona reservada, cuando va a pescar con Renata devuelve un cangrejo al agua "con una gran tristeza en sus ojos, como si supiera algo terrible que los demás ignorábamos. Algo que yo misma descubriría tarde o temprano". Como descubrirá, el día del entierro, a una mujer joven y desconocida que le hace pensar que su padre tuvo una hija secreta. La madre, una mujer decidida, había estudiado Químicas en Barcelona y convenció al padre para que se trasladasen a Zaragoza y, ya viuda, tras vender la confitería, pone una herboristería. Mujer valiosa y valerosa, que "pensaba las cosas más terribles sobre su vida pasada" y "ordenaba armarios porque no sabía ordenar su vida", tras la muerte del marido decide que no volverá a casarse.
Una decisión que toma también Renata: "Lo que realmente pienso es que me eché un encantamiento antimatrimonial el día de mi primera comunión". Cree que el sexo es inconcebible sin amor, pero se despierta en la cama con hombres que "no iban a salvarme de nada". Jorge ha sido su único y verdadero amor, "pero todo se fue al garete en cuanto mi naturaleza infiel tomó la delantera". Más trágica es la vida de su hermana, la rebelde María, heroinómana que, después de casarse y tener una hija, "la niña más sana y feliz del mundo", muere de una sobredosis. Si la efímera felicidad "hace pensar lo peor", la muerte de María confirma que están condenadas a la infelicidad.
Seres en apariencia resignados a los infortunios (muertes prematuras, relaciones conflictivas, precariedad económica) y encerrados en su mundo familiar, viven agitadamente y en silencio, hasta caer en la insensatez y la autodestrucción. Una novela escrita desde el corazón por una narradora a la que, paradójicamente, resulta difícil desvelar "las claves de su tristeza", y que opta por un apacible e inquietante distanciamiento.
16-4-08
1 comentario:
Impresionante crítica. Habrá que llerla, sin duda.
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