Jose Andrés Rojo sobre Naturaleza infiel en "El rincón del distraído" en elpais.com

Camino del precipicio

José Andrés Rojo

En Naturaleza infiel (RBA), Cristina Grande cuenta la historia de Renata y María, mellizas nacidas de dos placentas distintas. La primera de ellas es la narradora. Una narradora parca, poco amiga de las florituras, descreída, fina observadora, tan sobria que a ratos resulta seca. La materia es delicada porque habla de las cosas de su familia. De sus abuelos, sus padres, una tía, sus hermanos (está también Paco, seis años mayor que ellas). El mundo al que se refiere es el de ahora, y sus escenarios son Zaragoza y Épila, un pueblo que dista de allí poco más de 40 kilómetros. Cristina Grande nació en 1962, en Lanaja, Huesca. Tiene el talento de poner una mirada distinta para contar la última temporada de este país nuestro. La mirada de quien llegó a la juventud cuando ya había democracia. No hay margen, por tanto, para grandes planes de futuro.

Cuando la narradora comenta sus estudios de Química dice: “De alguna manera absurda, tenía el convencimiento de que la vida la tenía ya ganada y me importaba muy poco mi currículum y todo lo que tuviera que ver con hacer un esfuerzo suplementario de cara al futuro”. Aunque su madre le hubiera dicho que con la ley del mínimo esfuerzo no se llega a nada en la vida, a Renata como mucho le importaba llegar a “un lugar seguro”.

Vidas ganadas, vidas perdidas. Por la novela van apareciendo las peripecias por las que han pasado sus padres. Una pastelería que da para vivir, luego unos negocios mal manejados, un rumor de fondo de crisis y un presente que se va sorteando con fortuna. Un día se muere el padre. Y todo se derrumba sin derrumbarse del todo.

Cristina Grande va desgranando las cosas que van pasando sin aspavientos. Hay sexo, drogas y películas, pero sin el barullo de una intensidad postiza, ni grandes lecciones para la vida. El amor ocurre y luego se rompe de una manera tonta, como se rompen estas cosas. La heroína que atrapa a una de las hermanas y el sexo rutinario al que se entrega la otra parecen pasajes para un viaje moroso al precipicio. Pero todo el rato están aguantando. La vida atraviesa todas las sacudidas que padece esa pequeña familia de Zaragoza. Dice la narradora que en su familia soportan todo con tal de no reñir. Explica: “La ruptura, la fragmentación, la discontinuidad, la venta de propiedades y la muerte son los mayores pecados”. Pues bien, Naturaleza infiel es justamente eso: una novela de fragmentación, discontinuidad y muerte. Una gran novela. Una novela triste.

08 abril, 2008 

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