Tiempos de silencio
Cristina Grande debuta en la novela con «Naturaleza infiel», un relato sincero con las drogas como fondo
María José GIL BONMATÍ
Siempre es agradable encontrar una primera novela que se sale de los cauces trillados, y hoy casi obligados, de acceso al mercado literario, es decir, que se escapa de mecanismos habituales como el artificio narrativo llamativo, la trama o línea argumental escandalosa, o los personajes extravagantes. Me refiero a «Naturaleza infiel», primera novela de Cristina Grande, autora con dos libros de relatos publicados pero que debuta en la novela y en una editorial -RBA- de tirada nacional. Y es que, a pesar del título o, mejor dicho, de lo que pudiera sugerir, y a pesar de que la novela toca un tema -la adicción a las drogas- proclive al tratamiento morboso, «Naturaleza infiel» es una obra sencilla y sin pretensiones, ambos valores literarios escasos hoy.
«Naturaleza infiel» tiene uno de esos argumentos de novela antigua -frecuente entre los narradores españoles de los cincuenta-, pues se trata de una especie de crónica de la memoria familiar y educación sentimental narrada a partir de los recuerdos de la protagonista sobre su vida en la época posfranquista, primero en un pueblo y luego en Zaragoza. Lo curioso en la obra de Cristina Grande es que el tono de nostálgica tristeza y resignada constatación de la grisura que solían tener aquellas novelas ha sido sustituido por un tono ligero, teñido de cómica ironía, el de una narradora, Renata, que parece divertida de haber sobrevivido a las miserias que nos cuenta y que, quizás por ello, nos presenta en forma de viñetas ordenadas, narradas a partir de una cronología musical y cinematográfica, como si «Naturaleza infiel» quisiera transmitirnos la sensación, como dice su protagonista, de «quitarse una faja-pantalón de aquella época después de haber hecho un largo e incómodo viaje».
Con un estilo conciso, Renata irá hilvanando fotogramas de una vida familiar en la que no se habla de las cosas importantes porque estas simplemente ocurren, casi siempre al margen de nuestra voluntad. A través de sus recuerdos veremos a una madre viuda concentrada en sobrevivir y a la que, sin embargo, le gustaría poder hablar como las viejas heroínas de película; a una hermana melliza que vive manteniendo el frágil equilibrio de una adicta a las drogas, o a diversos amantes que le permiten soñar con la posibilidad de que las cosas un día vayan bien. Todos ellos protagonistas de este tratado de supervivencia antiheroico, cotidiano y reconocible para muchos lectores que acaba siendo «Naturaleza infiel».
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